Me entregaste a la voluntad de otro ausente.
Fui puesta fuera de tus brazos y tu pecho,
dejada al viento del acaso,
al dominio de lo incierto.
No, no fui liberada:
fui soltada, como se suelta lo que ya no importa.
Ahora soy un campo sin nombre,
un abismo donde nadie mira de vuelta.
No tengo rostro ni responsabilidad
solo el eco de una ausencia doble que me habita... la tuya
y la de aquel a que me dejaste sin decirle que yo era alguien.
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